Theo y el departamento neoyorquino

Presentado en el coloquio “Theodor Reik: el psicólogo sorprendido” el sábado 2 de julio del 2022
Favor de reproducir esta pieza al comenzar a leer.

 

Ocho y treinta de la mañana, una mosca danza por los callejones de la ciudad de Viena al mismo tiempo que un viejo pasa por la calle principal a cincuenta metros con un puro encendido. Camina a toda prisa, a la prisa posible que le permiten sus piernas desgastadas por el pasar de los años.

Era el invierno de 1936, y el viejo vienes llega a su despacho dispuesto a redactar una carta a su discípulo, el psicólogo. Justo en el momento en que comienza el azote de la pluma sobre el papel, pasa por su memoria aquel incidente tormentoso, un proceso jurídico, una demanda, y la censura del gremio de la ciudad. En aquella época, el viejo había desarrollado una ficción para comunicar el estatuto del psicoanálisis lego.

La situación no era muy diferente, pero tampoco había tiempo para detenerse en eso, el psicólogo había publicado un libro. El viejo sorprendido… se detiene frente al libro y lee “El psicólogo sorprendido”. Sin duda ahora había dos sorprendidos. El viejo y el psicólogo.

El viejo voltea y pregunta –  ¿está usted sorprendida? – y en un parpadeo fugaz es arrebatada de la escena.

Ella solía tener sueños diurnos, y en este en particular se sorprendía despertando del trance mientras miraba meditabunda la fotografía de la sociedad de los miércoles al mismo tiempo que una maestra de cabello totalmente cano parlotea sin cesar el himno de su gloria y cantar sus alabanzas.

– ¡Oh Freud! ¡Oh Freud! – se podía escuchar incluso desde el pasillo contiguo al edificio.

En un rincón del aula, como quien intercambia estampas coleccionables o tazos, un par de jóvenes se encuentran intercambiando libros de psicoanálisis, mientras discutían quienes eran los mas importantes. En un furor indomable se le escapa una risa al muchacho de junto; al verlos, se da cuenta de que aún no han mencionados al famosísimo Jacques Lacan y sus escritos.

La joven, que seguía absorta por la foto de la sociedad de los miércoles, interrumpe las alabanzas de la maestra parlotera. Todo el mundo guarda silencio

¿Acaso no se han enmohecido las hojas de los libros desde entonces? ¿Cómo se preservan? ¿Cómo se logran conquistar traducciones invaluables ante la zozobra hereditaria de las asociaciones de tintes no solo familiares sino en LA MAYOR?, ¡me permito ese juego de palabras maestra! – dice la joven.

No entiendo lo que dice Susana, pero después de Freud podemos encontrar a otros grandes psicoanalistas y todos estuvieron en Estados Unidos. – dice la maestra

Pero no estamos unidos – corrige la joven.

¿A dónde quiere llegar usted? – espeta la profesora – no me venga con que anda leyendo al loco de Lacan.

Hubo grandes aportes en la época heroica – asevera la joven.

La discusión se volvía cada vez más intensa. En la mesa de junto donde estaban intercambiando libros se topan con el libro de un tal Theodor Reik.

– ¡Maestra!

– ¡Diga!

– ¡Nada!

– ¡Diga!

– ¡Nada!

Al final solo quedaba el resonar de las palabras enlazadas, “diga nada”. La frase enmudeció a todo el salón de psicología de la universidad. Titubeante, la maestra cierra la clase con un “se acabó”. La juventud entusiasta sale a toda prisa para alcanzar la siguiente clase. A la joven le hacen llegar, como en fila india, un libro de nueva edición.  La joven sorprendida lee, “El psicólogo sorprendido”.

El libro pareciera haber sorprendido a unos cuantos, sin duda no gozaba del fenómeno de masas que otros obtuvieron, pero a los que el libro había logrado atrapar, los había cautivado y asaltado en la madrugada de sus pensamientos, como lo haría un amante, ¿se trataría acaso de una experiencia erótica? El libro tenía algo del alma de Theodor Reik impregnada en cada una de las páginas. Al menos eso se decía… al menos, eso murmuraba.

Por la noche, en su habitación,  la joven se despierta y ve sobre su escritorio el libro de ese tal Theodor Reik. Lo toma y al abrirlo todo comienza a desdibujarse…

Un extraño sonido la despierta, es el sonido indiscutible de la pieza “Mood Indigo” sonando en un tocadiscos montado en un bello mueble de madera. En el momento en que comienza a disfrutar la melodía, nota el repicar sobre una máquina de escribir Junior Premier en un flamante color negro. Un señor se encuentra escribiendo sobre ella.

– ¿Quién es usted y qué hace aquí?

– Me llamo Susana y lo último que recuerdo es haber comenzado a leer el libro del psicólogo sorprendido – dijo la joven.

– Eso es muy amable de su parte, pero una declaración de ese calibre no hará que la deje estar aquí si no me aclara qué hace aquí.

– No lo sé, desperté aquí. Además ¿quién es usted? – dijo Susana

– Mi nombre es Theodor Reik y este es mi departamento

Como salido de una novela de ciencia ficción, Susana no daba crédito de lo que acababa de escuchar. Se encontraba frente a Theodor Reik. Durante su estancia, en dicho departamento, Susana intentaba cuestionar todo lo que Theodor le decía, a su vez que Theodor no daba crédito de que una joven estudiante de psicología haya leído ya su libro recientemente publicado.

Susana – Bueno y entonces dígame ¿por qué es que dice que el psicoanálisis será psicología o no será?

Theodor – Pasa algo con el psicoanálisis ejercido por los llamados legos y el psicoanálisis médico –

Susana – ¿Legos? ¿Las piezas de colores para armar figuras?

Theodor – No sé de qué habla

Susana – No importa, continúe por favor

Theodor – Mi postura es clara, muy a pesar de lo que mi maestro menciona

Susana – ¿Freud?

Theodor – Si recientemente fallecido

Susana – Bueno recientemente es un decir, ¿no?

Theodor – Recuerdo el tiempo a su edad – río Theodor – es casi como el inconsciente, bastante atemporal. Le decía, este país que me ha acogido frente al Nazismo es lo que me queda, muchos se están viniendo de Europa para acá. Hoy en particular me encuentro bastante ofuscado al darme cuenta de que Margaret Green tradujo el título de mi libro como “El Psico-analista sorprendido”.

Susana – Pero, usted es psicoanalista

Theodor – Pero estudié psicología, como usted Susana

El diálogo continuó durante las siguientes semanas, Susana y Theodor se dedicaban principalmente a bailar, discutir sobre psicoanálisis y visitar bistros en la zona circundante al edificio.

A pesar de que Theodor seguía preguntándose acerca de la procedencia de Susana, no se atrevía a hacerle preguntas sobre su origen. Era la mejor compañía que había tenido en mucho tiempo y, además, lo mantenían entusiasmado las preguntas que Susana le arrojaba de la nada, como un cazador furtivo en medio del bosque.

Una noche alrededor de las 11, se encontraban disfrutando un disco de Charlie Parker que habían comprado esa misma mañana en una tienda de vinilos a tres cuadras del departamento, justo cuando iban rumbo a un restaurante italiano que por azares del destino era de un irlandés llamado J.J.

¡Ese takt tan exquisito! – exclamó Theodor

¿Takt? … como tic tac? – preguntó Susana

Theodor – Es una palabra difícil de traducir, sería como tacto, compás, ritmo

¡Tempo! – exclamó Susana

Theodor – Si, ahora que lo mencionas así en el piso de abajo vive Jimmie, qué tal si lo invitamos a pasar una velada un día de estos, y que nos explique un poco de su concepción de la música, ¿tú tocas?

El bajo – respondió Susana

Theodor – Perfecto, Jimmie también, dame un momento.

Theodor salió a toda prisa del departamento y al cabo de diez minutos se encontraba en el umbral de la puerta con un hombre joven y delgado, Susana enmudeció. No daba crédito, estaba frente a Jimmie Blanton. Comenzaron a beber y discutir sobre el tempo, el Takt, el ritmo.

Mientras Jimmie les explicaba lo que sucedía en el ambiente de Jazz de la ciudad, Theodor reía amablemente mientras miraba de reojo a Susana, que intentaba preguntar más cosas de las que su boca podía articular por minuto, a su vez que intentaba tocar el contrabajo que muy amablemente Jimmie había llevado consigo al departamento de Theodor.

¡Me rindo esto es muy complicado, no tiene trastes! – Susana

¿Pero sabes? Si logras descifrarlo ningún modelo te quedará grande – Señaló Jimmie

Theo, el takt de Charlie y de Jimmie son estupendos ¿no crees? – preguntó Susana

Si, pero eso me hace recordar al Takt analítico… – reflexionaba para sus adentros.

¿El timing? – pregunto nuevamente Susana

Creo que la palabra Takt abarca mucho más, imagínate una interpretación analítica a destiempo, cuantas resistencias no generaría. Justamente el analista “sin quererlo, sin saberlo” “se percata del ritmo de las mociones pulsionales del analizante y este reconocimiento inconsciente le prescribe el momento oportuno para hacer sus intervenciones”

Susana – ¿Cómo? ¿No es acaso una elaboración bien pensada y de antemano construida?

Theodor – Por eso te hablo del tacto, no somos máquinas, es una cuestión de ritmo, por ejemplo, Jimmie ¿cómo sabes cuándo entrar en una sesión de jam?

Jimmie – sólo lo sé

Theodor – vale vamos, danos un poco más

Jimmie – es algo que se siente, es una cuestión de ritmo, de escalas, de algo que sucede entre quienes están tocando en ese momento, una suerte de diálogo sin palabras que hace que uno tome la batuta, u otro, o nadie, pero todos cuando entramos a improvisar el jazz, entramos de manera muy natural.

Susana – Yo toco el bajo, y he visto cosas así, Victor Wooten dice que la música es un lenguaje, y que como todo lenguaje primero se habla antes de saber gramática y esas cosas. Él es bajista de jazz, por cierto.

Jimmie – Victor ¿qué?, jamás lo he escuchado, quisiera saber más de él

En ese momento Susana se sintió profundamente desorientada cambiando rápidamente de tema y al par de unos minutos mencionó – tengo mucho sueño creo que es hora de dormir.

La noche pasó apaciblemente como todas las anteriores, pero ésta en particular se sentía con un aroma a inquietud por todos lados. Susana no sabía si era por el ruido fuera del edificio o por los tragos ingeridos durante la velada con Theodor y Jimmie.

Estoy muy interesada en convertirme en psicoanalista – mencionó por la mañana Susana mientras preparaba café y Theodor unos huevos acompañados de una salchicha bratwurst.

Espero que usted haya comenzado su análisis personal – comentó Theodor.

Claro, entiendo, he comenzado a escribir mis sueños, y posteriormente me dedico a hacer asociaciones con ellos – dijo Susana.

Me refiero a que acuda usted con un psicoanalista – mencionó Theodor, corrigiéndose.

En la universidad me mencionaron la importancia de un posgrado con alto nivel de especialización e iniciar un didáctico en caso de que opte por la Sociedad Psicoanalítica de mi ciudad – mencionó Susana – pero no estoy muy segura de poder costear esa cantidad, lo mejor sería irme por un posgrado donde me enseñen todo.

Theodor – ¡¿todo?! ¿Y cómo habilitará su forma de comprender los procesos inconscientes? ¿Está segura de haber leído mi libro?

Susana se encontraba avergonzada – Lo comencé a leer… estoy segura de que aprenderé todos sus conceptos, ¡y claro! Todos los que me enseñen durante el posgrado.

Theodor – “La terminología induce a una comodidad del pensamiento que coloca, en lugar de la experiencia, lo aprendido; y en lugar de lo propio, lo apropiado”

 

Susana entendía lo que decía, pero había algo que no lograba comprender, principalmente porque Theodor comentaba dichas cosas con una naturalidad sin precedentes, incluso cuando, en repetidas ocasiones, notaba que su postura contrastaba con las posiciones que la universidad le imponía.

Susana – pero ¿si sigo lo que me va diciendo, eso querría decir que la terminología es mala? … ¿no sirve?

Theodor – ¡Claro que es importante estudiar, no me mal entienda!, pero mire, “El conocimiento teórico de los procesos inconscientes ampliado a través de los resultados analíticos, ¡atrae esa tentación! Induce a utilizar los resultados teóricos ahí donde sólo la aprehensión del inconsciente puede ayudar, y se da por satisfecha con representantes de palabra psicológicos, en lugar de aspirar a la penetración del material experimentado de manera directa. Las experiencias ajenas pueden dirigir nuestra atención hacia ciertas conexiones, pero sólo la experiencia psicológica propia se demuestra valiosa de manera duradera en el análisis.”

 

Susana, perpleja – entonces por eso en su libro mencionaba esta postura de no estar de acuerdo con mecanizar el psicoanálisis y creo que mencionaba a Reich.

Theodor – ¡claro que lo mencioné!, recuerdo bien haber dicho que esa postura era militarizada y parecía psicología industrial más que psicología pulsional.

Claro entiendo, pero lamentablemente eso ya sucede así – comentó Susana perpleja.

Se encontraba confundida, había un desfase difícil de asir y llevaba consigo una sensación corporal intensa, llena de confusión desde que había llegado con Theo al departamento neoyorquino. Sabía que algo estaba peculiarmente fuera de contexto y no lograba descubrir qué era.

¡Por fortuna no! – dijo Theodor mientras arrancaba de sus meditaciones a Susana -, pero bueno, quién sabe qué vaya a pasar en este país que nos ha acogido a muchos.

Susana – ¡Pero ya pasó, ya se ha mecanizado en muchos lugares, y se ha seguido la tendencia de enaltecer la estandarización, Lacan hizo un gran esfuerzo, hasta donde supe, pero tras su muerte han pasado cosas también …

¿Lacan? ¡¿Susana de dónde vienes?! – le increpó Theodor

Susana – ¿de dónde vengo? Es una pregunta que no podría responder…

Susana se encontraba totalmente abrumada por la pregunta acerca de su origen, había algo en su procedencia que desconocía parcialmente y que no podía enunciar, un enmudecimiento total se apoderó de ella y un nudo en la boca del estómago parecía palpitar en movimientos ondulatorios por toda la piel; salió corriendo del departamento, bajó de manera  inquietante las escaleras infinitas del viejo edificio y salió rumbo a la avenida principal; era un día lluvioso, había viento y la gente se resguardaba entre las carpas cercanas de algunos locales comerciales del lugar.

Solamente corrió, corrió tanto que solo así lograba contener el cuerpo que sentía diseminado por el espacio. Al intentar cruzar una calle, solamente vio la marca de la camioneta que impactó contra su cuerpo. FORD

————

Al despertar, se encontraba acurrucada con su gato en el sofá junto a su cama y un libro en el rostro. Estaba desorientada, levanta el libro y sorprendida lee “El psicólogo sorprendido”. En ese momento se le resbala el separador del libro de las manos mientras su gato se eriza alejándose abruptamente de su lado. Hay un recorte de papel que sirve de separador, seguramente de alguno de sus compañeros de clase. En el recorte de papel había un número y nombre anotados a lápiz.

Fernando Octavio Ramírez Domínguez (FORD) 45-54-834 … Psicoanalista

Breves indicios/Notas de lectura

1.- Mood Indigo de Duke Ellington https://www.youtube.com/watch?v=bZyVBVFnrm4&ab_channel=DukeEllington-Topic

2.- Jimmie Blanton: Músico de Jazz, contrabajista, conocido por ser de los primeros en experimentar la técnica de pizzicato y los solos con el arco. El pizzicato o pellizcado, es una palabra italiana que en música hace referencia al modo de tocar el contrabajo con los dedos en lugar del arco. Técnica que se popularizó más debido al jazz y la creación del bajo eléctrico.

3.-“se percata del ritmo de las mociones pulsionales del analizante y este reconocimiento inconsciente le prescribe el momento oportuno para hacer sus intervenciones” (pp.154-155)

Reik, T. (2018). El psicólogo sorprendido. De adivinar y comprender procesos inconscientes. Ciudad de México: Editorial Psicoanalítica de la Letra, A.C.

4.- Las sesiones de jam o jam session, inician la construcción del Jazz, en ocasiones era un sinónimo. Reuniones altamente competitivas en su inicio que sirvieron al arte de la improvisación. En cuba se le suele decir “descarga”.

5.- Victor Wooten es un bajista norteamericano conocido por su virtuosa capacidad de composición, improvisación e interpretación.

6.-“La terminología induce a una comodidad del pensamiento que coloca, en lugar de la experiencia, lo aprendido; y en lugar de lo propio, lo apropiado” (p.104). Reik, T. (2018). El psicólogo sorprendido. De adivinar y comprender procesos inconscientes. Ciudad de México: Editorial Psicoanalítica de la Letra, A.C.

7.-“El conocimiento teórico de los procesos inconscientes ampliado a través de los resultados analíticos, ¡atrae esa tentación! Induce a utilizar los resultados teóricos ahí donde sólo la aprehensión del inconsciente puede ayudar, y se da por satisfecha con representantes de palabra psicológicos, en lugar de aspirar a la penetración del material experimentado de manera directa. Las experiencias ajenas pueden dirigir nuestra atención hacia ciertas conexiones, pero sólo la experiencia psicológica propia se demuestra valiosa de manera duradera en el análisis.” (p.197). Ibidem

 

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