Crónica de “La passe”

“La destitución subjetiva no es forclusión del sujeto.”

 

 

Lo recuerdo bien, no había pasado ni un año desde que había comenzado mi primer análisis cuando le pregunté de bote pronto a quien ocupaba la función del analista:

– Escuché al respecto de algo llamado pase, ¿qué es eso?

– [silencio]

La respuesta no fue satisfactoria así que me dirigí con la persona que coordinaba el grupo de estudio al que pertenecía en aquella época. Su respuesta fue sencilla

-es un dispositivo para constatar el final de tu análisis, es opcional no estás obligado a ello, yo no lo hice, yo no pertenezco a activamente a ninguna escuela.

En mi fuero interno comenzaron las preguntas… ¿escuela?… ¿constatar?

Cuando me encontré con el costado institucional del psicoanálisis lacaniano, una avalancha de significantes cayó sobre mi y mis deseos. No existe tal cosa como un listado de analistas didactas como en las asociaciones de la Internacional Psicoanalítica, sin embargo existe una nominación enigmática llamada Analista de la Escuela. Pero… ¿de qué escuela?

En aquellos días solamente conocía a  las personas de la École Lacanienne de Psychanalyse. Es más, podría decir que solo estuve en contacto desde el inicio con gente de dicha escuela, fueran miembros de ella o no, ya que como dice Sergio Campbell “no hay psicoanálisis sin escuela. Ser miembro o no de alguna de las  existentes no significa estar por fuera de las mismas”.

Así en un giro sorpresivo, estaba enfrascado entre significantes como escuela, pase, dispositivo, cartel, etc. Pasarían muchos años antes de que ese tema fuese realmente de mi interés. 

Para seguir adentrándonos podría decirles, con reserva de que ésto no es estático, que el pase es un dispositivo enigmático que me convoca desde diferentes ángulos, lo pienso como un mapa; tan es así que he construido uno para ustedes. 

En primer lugar me gustaría destacar que este mapa que traigo aquí ante ustedes lo rodea un nivel de secrecía que no me esperaba encontrar, ya que a veces se muestra sacro y a veces profano. Si desde la primera vez que pregunte al respecto las respuestas habían sido cuando menos escuetas, cuando comencé a dialogar con personas que habían estado en un pase la situación se tornó no menos enigmática, pero al menos en dichas interlocuciones con personas que participaron en el dispositivo del pase, se pudo entrar en diálogo y cuestionamientos que me ayudaron a vislumbrar unas cuantas formas de concebirlo.

Lo que me iba quedando claro era que el pase parece siempre de alguna forma estar en construcción; por un lado las personas daban respuestas que siempre me dejaban algo inconcluso, inacabado y es que hablar del pase implica a aquel que habla al respecto. 

Ahora que traigo ante ustedes esta cartografía me gustaría que me acompañaran a mostrarles cada una de las estaciones que he encontrado en esta travesía.

[Paréntesis]

Cuando comenzamos el cartel, comenzamos cinco de las cuales nos sostuvimos cuatro. Estos cuatro estamos aquí con ustedes el día de hoy. Los cinco que desembarcamos en las tierras de La Passe pertenecíamos en un momento inicial a la Comunidad Cooperativa de Litoral Editores, una revista de psicoanálisis que pertenece a la École Lacanienne de Psychanalyse, y que además como comunidad cooperativa habíamos funcionado alrededor de 5 años. 

La Comunidad Cooperativa de Litoral Editores la podrán ubicar en el mapa fácilmente ya que está enmarcada con un bosque nevado que indica su derrumbamiento en la zona titulada “el litoral de los editores”  y que pueden ubicar en el norte de la isla. Sin embargo, en la cordillera de las montañas gemelas mejor conocido como el umbral de la letra L al noroeste de la isla, ahí yace otro derrumbe marcado igual por una extensión de bosque nevado y este es debido a que las cosas habían cambiado mucho al punto de que en cierto momento después de la pandemia y por razones que no explicaré en este momento, la revista litoral tuvo que ser regresada a la École Lacanienne de Psychanalyse, a pesar de eso, la comunidad cooperativa seguía efervescente con un ritmo de trabajo incansable, razón por la cual partimos del litoral hacia la cordillera del umbral. 

Las cosas continuaron y se propuso armar una revista nueva llamada Umbrales en la ausencia de los derechos de litoral, cosa que animó a todos. La comunidad había llegado a un nivel de trabajo tal, que había en el aire que se respiraba, una inquietud sobre la creación de una escuela. Parecía el deseo de muchos, que la comunidad pudiera mutar en una escuela o al menos construir una escuela de forma paralela.  Algunos otros, varios, no querían que se construyera una escuela de la comunidad cooperativa. Bajo estas tensiones y deseos surge la iniciativa de conformarse éste cartel que el día de hoy, con esta actividad, hace un acto de cierre. 

Situar esto me parece importante debido a que este cartel tenía sentido en la medida en que una vez sentadas las bases y fundada una escuela, este cártel podría inscribirse en el listado de cárteles activos y nuestro tema de interés, como podrán ustedes notar, es el pase. No poca cosa, sino un dispositivo muy peculiar que se echa andar solamente en la medida en que hay comunidad analítica o escuela.

Es importante rescatar que por aquella época nos encontrábamos charlando con Francis Hofstein, sobre la Escuela Freudiana de París. Para mi, al menos, era una forma de estar advertidos de donde no regarla para el proyecto en puerta. Justo la publicación del libro de Francis nos permitió también tener un eje de trabajo en el cartel, pues es su libro, “El pase de lacan”, lo que nos convocó a los cinco del principio.

Así de esta manera les comparto que sé que no estaré exento hoy, aquí, de estar implicado en aquello que diré (¿alguna vez se está exento?) y a su vez considero que no hay otra forma de avanzar, sino es poniendo parte uno en ello. Por eso es tan importante que para no perderse en esta travesía tomen bien ese mapa que les facilité, es la cartografía mínima indispensable para lo que se viene.

Cierre del … [Paréntesis]

Así entonces, las frases de secrecía sobre el asunto del pase parecían dar pinceladas de un saber místico, que me colocaba por fuera de la posibilidad de entenderlo, me exasperaba cada vez más. Justamente dichas frases vinieron de analistas vivos y uno de ellos ahora muerto, que no aceptaron la invitación a conversar con mis compañeros de ruta y conmigo. 

 

Frases que iban desde “eso solo se habla en el interior de una escuela” hasta “es muy delicado hablar de eso” son tan solo algunos ejemplos de variaciones que fui encontrando. Por un momento uno tiene la impresión de que debe entrar a un ritual de iniciación para poder acceder a ello. 

Lo que parece quedar medianamente claro, es que el pase es un dispositivo de escuela, lo cual no lo hace menos complejo, ya que si bien la escuela podría ser un dispositivo de dispositivos, también apela a la noción de comunidad. Es decir, que para que un pase tenga lugar, debe existir una comunidad analítica que acoja dicha demanda y conteste echando andar el dispositivo. Hablo aquí de comunidad analítica y no comunidad de analistas, que a mi entender son dos cosas muy distintas. No por suscribir una práctica lacaniana o estar hablando en términos de escuela o borromeo, estamos exentos de incorporar las lógicas y los modos de proceder de la IPA, del clero y la milicia… o peor, de Coca-Cola Company.

Este primer ángulo nos puede ayudar a extraer unas cuantas características y otras tantas consecuencias. De esta manera podemos observar como las escuelas y sus miembros pueden resbalar por la pendiente de la religión, un aspecto sectario en el que solamente si se es miembro, se puede saber al respecto de los dispositivos. Esto no incluye la discusión y la organización de dispositivos ya que es evidente que sea de acuerdo exclusivo de los miembros de una escuela. 

Esto último es de suma importancia, porque quiere decir que cada comunidad analítica está atravesada por sus propias condiciones de posibilidad y la organización de sus dispositivos. Si Lacan propuso el pase, ¿un tipo de pase?, que fue el que se echó a andar en la École Freudienne de Paris, no quiere decir que dicho pase se lleve a cabo ni en la École Lacanienne de Psychanalyse, ni en ALI, ni en la École de la Cause Freudienne, ni en los Foros del Campo Lacaniano, etc. 

Incluso podríamos preguntarnos: ¿ese pase, propuesto por Lacan, fue llevado a cabalidad en la misma École Freudienne de Paris? ¿ese pase, propuesto por Lacan, siempre fue el mismo? ¿no hizo variaciones? ¿quedó cristalizado?

Partiendo de esto, podemos ir vislumbrando que una cosa es lo que uno pueda saber acerca de la propuesta de pase de Lacan, otra la experiencia que surgió en la escuela freudiana de parís, y otra cosa muy distinta lo que cada una de las escuelas que mantienen el dispositivo de pase diga o explique al respecto dentro y fuera de su escuela. Así van creciendo de manera exponencial la cantidad de confusiones que podrían existir. 

Pongamos un ejemplo, si una persona se encuentra con el significante pase, dependerá de las fuentes y el contexto de dicha persona para que tenga una idea u otra al respecto del pase. Una persona, en un país donde hay un fuerte predominio de las escuelas que ha fundado Jacques-Alain Miller, puede tener una idea específica de pase, como que la persona que haga el pase, después debe dar un testimonio público, hacer una suerte de gira hablando de ello en diferentes “sedes” de la escuela y además que su pase tiene una vigencia de aproximadamente 5 años según los estatutos de la Asociación Mundial de Psicoanálisis

Sin embargo, para seguir con los ejemplos, podríamos tener a otra persona, ahora en Cancún donde apenas comienza el movimiento psicoanalítico y que la gente no tiene mucha noción de las actividades que se llevan a cabo, pero un buen día una persona se cuestiona por el pase y al no tener contacto con alguien del movimiento local, se dirige hacia Google, y todo dependera de como, psicoanalistas alrededor del globo ( sean de la escuela que sean) hayan subido información al respecto, su idioma, su país, etc.  y eso haberse filtrado por la conducta del usuario que está investigando para que salgan determinadas ligas que den acceso a cierta información. ¿Y si lo que encuentra no es de ninguna escuela?

Así que no existe un pase, no caigamos en el espejismo de los universales, existen muchos pases, no solo uno por comunidad analítica, sino que a eso habría que  sumarle las modificaciones en el tiempo. Y a su vez que la experiencia es singular, por lo tanto a pesar del dispositivo, cada pase será distinto. Existen pases como tantos pases se han echado a andar. 

Pero como tampoco todo se vale, porque caeríamos nuevamente en una trampa lógica como la de los universales, podemos decir por ahora que el pase es un dispositivo de escuela y que cada escuela describe el funcionamiento del mismo y su propósito. Ya que de la forma en que el pase se reflexione y argumente, es decir se trabaje, cobrará sentido su uso y razón de existencia como dispositivo en una escuela o comunidad analítica. De igual forma el pase no puede desligarse de la noción de escuela o comunidad analítica, ya que hay una serie de integrantes en el dispositivo que lo hacen posible. 

Debido a las características de la comunidad a la que pertenecíamos, podría decir sin temor a equivocarme que habíamos aprendido que el análisis debe llevarse hasta el final, y después de manera opcional alguien podría ocupar el dispositivo de pase para desprenderse y no andar “cargando” a su analista, es decir que el pase se trata del final del análisis y no solo de su final sino de ¿un dispositivo que posibilitaría dicho final?

Esta es la primera estación de nuestra crónica de este territorio llamado “La Passe”.

 

Estación #1 : el pase sanciona el final del análisis

Si esto es así, postura que tenía al iniciar el cartel, caemos irremediablemente en el problema de la nominación que vendría como sanción de un análisis concluido. Para muchos de ustedes no les sorprenderá que el rey brujo del consejo de los brujos, último dirigente de esa zona llamada el litoral de los editores, había hablado al respecto en gran parte de su obra hasta nuestros días. Un texto de él menciona lo siguiente:

“Ahora bien, si son escasos los análisis que concluyen, mientras no se termina un análisis, ¿qué es posible hacer? ¿No practicar nunca el psicoanálisis? Quien recibe analizantes antes de terminar su análisis, ¿está en la impostura? De ninguna manera, es un hecho que el psicoanálisis ha sido desarrollado sobre todo por quienes no concluyeron su propio análisis: Ferenczi es el ejemplo más patente, pero también Abraham, Klein, etcétera. Sin embargo, también es un hecho que a partir de Lacan ya no es posible evadir la pregunta de si mi propio análisis está realmente concluido.” 

E introduce una nota al pie después de dicho párrafo

“Que el propio análisis ha concluido no es posible sostenerlo en solipsismo, de ahí la relevancia del pase”

Si algo caracteriza su pluma es la capacidad de generar aseveraciones que a veces parecen sin salida. Tiene la virtud de conjeturar y poner sobre el papel aseveraciones sin posibilidad de réplica en un primer momento. Hay al menos dos salidas posibles en ello: o te dejas guiar por el silogismo especializado que va desglosando de manera intrépida llegando a la conclusión junto con él sin objetar; o por otro lado notar que va rápido, corriendo con pasos definitivos a arrancar incertidumbre y eso de entrada puede generar sospecha. Seguro hay más de dos posibilidades, dejo las dos en las que me he encontrado. 

Retomemos el texto, después de haber desarrollado una serie de cosas sobre el pudor, la impostura, la vergüenza, la colonialidad y el final de análisis llega a ese párrafo. Si uno va siguiendo el hilo de la vergüenza y el pudor le dará la razón. Sin embargo este párrafo que cito es por lo demás complicado, es un párrafo que debidamente cuestionado podría desmantelar su apuesta, no porque no sea viable sino porque su argumentación da saltos. 

Él se encuentra hablando de la operación que sucede en un final de análisis y diciendo que Lacan habló de que sólo después del final de análisis uno deviene analista, sin más explicación que esa por parte de Lacan cabe mencionar. 

Ahí, el dirigente del litoral de los editores nos arroja a un agujero de gusano del cual no tenemos salida. Es decir, si no todos los análisis concluyen, él se pregunta si nunca practicaremos el análisis, y si los que lo hacen están en la impostura. 

Páginas atrás señaló a Miller, a Althousser y a Laurent sobre sus posiciones de impostura. Pero justo cuando podría resolver el asunto de si es una impostura o no, deja que su escrito juegue a su favor. Todo lo que viene diciendo es fácilmente una forma de decir: Sí, sí es una impostura mantenerse sin terminar el análisis y recibir analizantes. Sin embargo él contesta bondadosamente que de ninguna manera que otros lo han hecho antes y pone de ejemplo a grandes autores que no llegaron al final del análisis.

En este punto podríamos entrar en un punto incómodo. Si seguimos su desarrollo podríamos decir que esos grandes autores se encontraban en una impostura, sin embargo él usa una carta, como si fuese una solución de compromiso por vía del prestigio o porque a nivel de la práctica analítica han dado pruebas de ello para amortiguar la pregunta. 

Pero inmediatamente después nos coloca en una posición de elección, que después de Lacan no podríamos ignorar la pregunta. Esto último es un rasgo de escuela,  Hernández deja ver el cambio de paradigma sancionado por Allouch y que forma parte de los estatutos que fundan l’ école lacanienne de psychanalyse. Pero la estrategia de escritura deja al lector ante la espada y la pared, casi como si nos dijera -si quieres suscribir este tipo de práctica (lacaniana), éste es el camino. Una prescripción que no desea ser prescriptiva, al menos en un primer momento. Lo que va seguido de la nota al pie antes mencionada y que vuelvo a citar a continuación. 

“Que el propio análisis ha concluido no es posible sostenerlo en solipsismo, de ahí la relevancia del pase”

Dato que en su conjunto podría leerse como, si bien existieron analistas a lo largo de la historia que han hecho crecer al edificio psicoanalítico, a partir de Lacan, aquel que quiera practicar debe estar concernido por el final de su análisis. Hasta aquí todo podría ir bien, pero el revés que deja en su nota al pie nos arroja al hecho mismo de que el pase tiene relevancia en lo que a la conclusión de un análisis concierne.

Pero si el pase, sanciona el final de análisis estamos en la vía iniciática. Muy al estilo de la revista Ornicar No. 49 dónde mencionan:

“Los tres primeros textos dan testimonio de fines de análisis debidamente homologados por la Asociación Mundial de Psicoanálisis; sus autores han sido nombrados Analistas de la Escuela luego de un procedimiento especial, el pase, que se inspira en las prescripciones de Lacan” 

y que el mismo Guy cita en su texto “El psicoanálisis debatiéndose con la iniciación”.

Era claro que teníamos que seguir avanzando por “La Passe” para averiguar qué otras zonas lográbamos encontrar en nuestro camino. Qué otras formas de concebir el pase existen. 

 

Estación #2: el pase, una cuestión didáctica, Lacan quiere saber qué sucede en el final o en el pasaje.

¿Esto es así? ¿Un pase sirve para constatar el final del análisis?

Recordemos que en la escuela fundada por Lacan existían los miembros de la escuela, el AP (analista practicante) que solamente se decidía por elección de levantar la mano y asumir su responsabilidad de entrar en el registro de aquellos que practican el psicoanálisis, los AME (analistas miembros de la escuela), que son aquellos que han dado pruebas de serlo y que en resumidas cuentas podríamos decir que eran los alumnos más viejos de Lacan y/o sus pares, aquellos que habían vivido otro tipo de formación mucho antes de la Escuela Freudiana de París, ¿acaso era una nueva forma de llamar a los didactas? y por último los AE (analistas de la escuela), que son aquellos que se han sometido al dispositivo del pase y según Lacan son los encargados de hacer avanzar el psicoanálisis, o en palabras de Lacan de la primera versión de su proposición:

“A los A.E., llamados analistas de la Escuela, les correspondería el deber de la institución interna que somete a una crítica permanente la autorización de los mejores.

 

y en la segunda versión:

“II. El A.E., o analista de la Escuela, al que se le imputa ser de los que [estar entre quienes] pueden dar testimonio de los problemas cruciales en los puntos candentes en que ellos se encuentran por lo que se refiere al [para el] análisis, especialmente en tanto que ellos mismos están en la tarea, o al menos en la brecha, de resolverlos. Este lugar implica que uno quiera ocuparlo: no se puede estar en él más que por haberlo pedido [demandado] de hecho, sino de forma

Es llamativo encontrar esto en las dos proposiciones, ya que en ambas se deja ver una cuestión a propósito de la tarea de testimoniar qué sucede en el final de un análisis. Pensar el pase como una mera cuestión didáctica nos permite apreciar lo que es para Lacan lo que motiva la fundación de su escuela.

Es decir que en la propuesta de “el analista no se autoriza más que por él-mismo” está jugada ya la cuestión de la autorización, y esa operación que se produce en dicha autorización es una inquietud de Lacan para la cual propone la experiencia del pase. Una experiencia que no es una extensión del análisis. Sino que es un dispositivo que posibilitaría vislumbrar, por medio del testimonio, el pasaje del analizante al analista. Pero a su vez aquellos que pasen por el pase, estarían en él solamente porque así lo han demandado. 

Es decir que ¿podríamos llegar al final del análisis y sencillamente no demandar el dispositivo del pase, porque no está en nuestra deseo dar testimonio del pasaje?, ¿o incluso que no haya pasaje?, ¿existe un final de análisis sin pasaje? 

Es decir alguien llega a su final de análisis y no por ello pasará al lugar del analista, bien podría dedicarse al cine. Esta segunda forma de ver el pase nos muestra cómo el pase es una cuestión didáctica dentro de una escuela que resuelve el pasaje de un lugar a otro. No necesariamente sancionando el final del análisis, como lo entendíamos al inicio de este cartel, ya que si así lo fuese, el análisis sólo serviría para reproducir a la especie analítica, y en ese sentido el pase se volvería no opcional sino moralmente exigible debido a que sería un dispositivo secundario que resuelve o sanciona el final del dispositivo primero. 

Detengámonos un poco en estas dos nociones de Lacan de ambas proposiciones, en la primera hace referencia a “el deber de la institución interna que somete a una crítica permanente la autorización de los mejores”, de entrada la expresión de “los mejores” nos hacé repensar que existe otra estación muy próxima en nuestra crónica. Dejemosla en reserva.

 

La segunda por otro lado nos habla efectivamente de una didáctica:

“pueden dar testimonio de los problemas cruciales en los puntos candentes en que ellos se encuentran por lo que se refiere al [para el] análisis, especialmente en tanto que ellos mismos están en la tarea, o al menos en la brecha, de resolverlos.

¿Cuáles son los problemas cruciales, los puntos candentes, en los que se encuentra alguien que demanda el dispositivo de pase? ¿El pase serviría para dar testimonio de cómo estos problemas cruciales se resuelven? Si uno da testimonio por estar en la tarea de resolver dichos problemas cruciales, entonces sí, nos encontramos con un asunto de didáctica en el pase. 

¡No olviden su mapa!

Al recorrer el camino hacia el sur encontrábamos más cosas de las que podíamos imaginar, cuando de pronto entre los bosques y la cordillera encontramos un colosal castillo. El lugar en la entrada nos hizo enfrentarnos al asunto de si queríamos pasar las pruebas para ser nombrados caballeros de la corte que ahí reinaba, si queríamos una nominación a modo de título.

Estación #3: el pase, una meta, una nominación, ¿un título?

En los fundamentos del psicoanálisis, seminario que Lacan dicta después de su salida de la Internacional Psicoanalítica, éste ya no se dicta en el Hospital de Saint-Anne sino en la ENS (École Normale Supérieure) no cualquier universidad, sino la escuela más prestigiosa de Francia. En ese momento Lacan ya no cumple su función de titular/didacta de la IPA, ya no se dirige a psicoanalistas y/o psicoanalistas en formación (¿candidatos?), sino a un público mucho más amplio puesto que Lacan accede a hablar a gente de otras disciplinas que tengan interés por lo que él tenga que decir.  ¿Decir de qué? De psicoanálisis.

Así él arranca con una exclamación: “«En quoi y suis-je autorisé ?» ¿qué me autoriza?. Pero no solo es un asunto de la autorización del analista como algunos lo han leído, sino de qué lo autoriza ahí en ese medio, en esa universidad, qué lo autoriza frente a otras disciplinas.

En aquel momento de la historia, la formación y autorización analítica solo provenía de las asociaciones y sociedades afiliadas a la Internacional. Todo aquel que terminaba fuera de ella se hacia un campo en el mundo psy de diferentes formas: Jung funda la psicología analítica, Adler su psicología individual, Perls la terapia gestalt, etc. Estar fuera de la IPA era estar fuera del movimiento psicoanalítico, y sin embargo Lacan fundaría la Escuela Freudiana de París (École Freudienne de Paris), reivindicando su lugar en la historia del psicoanálisis. No va solo. Un grupo considerable de candidatos de la SFP salen junto con él de la IPA. Lacan al proponer la Escuela, propone una forma de pensar la formación analítica, una forma de encarar el asunto de la autorización. 

En la proposición se menciona justamente el asunto de las garantías:

“Y el analista puede querer esta garantía, lo que desde ese momento sólo puede ir más allá: volverse responsable del progreso de la Escuela, volverse [llegar a ser, convertirse en] psicoanalista a partir de [por] su propia experiencia (de son expérience même).”

Si recordamos lo que cité hace unos momentos en la Estación #2 a propósito de la primera proposición nos hablaba de “la autorización de los mejores”, pero también esa primera proposición habla de cómo un AP, que su psicoanalizante haga el pase y sea nominado AE, se transformará en AME y si era AME se transformará en AE. 

En pocas palabras, en la primera proposición podemos ver la importancia de los títulos y una suerte de réplica de la IPA; no duró mucho, la proposición se revisó y reescribió en varias ocasiones. Sin embargo es notable que aunque esta primera versión haya durado y estado en función relativamente poco tiempo, y aunque no sea recordada, está en el imaginario de las comunidades analíticas cuando se invoca el significante pase. Es el discurso universitario en el seno de la École Freudienne de Paris.

¿Existe un título de psicoanalista? Sí, el gran problema del discurso universitario de posgrado en el que se vende la formación a forma de títulos ¿existe un título que habilite a alguien a operar en la función del analista dentro del dispositivo analítico? No.

Esta estación con su suntuoso castillo y en el que podríamos quedar embelesados por el glamour estético que ostenta, es una de las estaciones más visitadas por aquellos que interrogan el pase, ya que se ha hecho ver al pase como una defensa de tesis, una nominación de titularidad. Nos despedimos de esta estación en particular, sabiendo que al estar atada a las lógicas del mercado educativo podría volver siempre reinventada de distintas formas, incluso usurpando el dispositivo de pase, como pareciese que sucede en la escuela de la causa freudiana donde el pase pareciera tener caducidad al mero estilo de la lógica de consumo. 

Muy cerca de aquel suntuoso castillo, existe una aldea que proponía algo distinto, tal vez su cercanía al bosque de Femdescal la inspiraba o sacaba de ahí sus recursos.

 

Estación #4: el pase, se trata de si hay analista, no del final de un análisis.

En esta penúltima estación podemos entrever una forma más, distinta como todas, no es que el pase sancione el final de análisis, sino que sanciona el hecho de que ahí hay analista, es decir una localización.

Esto abre la puerta a varios puntos; por una parte podríamos decir que alguien puede haber concluido su análisis y no por ello ahí hay analista, es decir no hay localización del analista, lo que nos comprueba que hay algo en la operación que excede los límites de la misma. Existen testimonios de personas que llegaron al final de su análisis y nunca han vuelto a necesitar que alguien encarne la función ya que está en desuso y sin embargo al momento de hacer el pase no fueron nominados, ese es el claro ejemplo de Guy Le Gaufey.

Pero a su vez, efectivamente alguien puede ser nominado analista porque se ha localizado ahí que hay analista. Tiempo después en la vida algo sucede que hace que ese/esa acuda nuevamente a una sesión analítica, o bien, a continuar su análisis con alguien más. Existen testimonios de personas que han pasado por ello de ésta forma, pero en ese caso, la idea de la localización del analista tendría correlación con el análisis pero su final no sería el sine qua non de la localización.

Sin embargo en dicha aldea surgieron preguntas como la de ¿cómo se localiza o que localiza, la caída del objeto a?

Sin ánimo de quedarnos ahí varados, nuestra ruta se comenzaba a hacer espesa por el follaje que debíamos cruzar, y fue en el camino a la inconmensurabilidad del bosque donde une compañere de ruta hechizada por las hadas de su nostalgia, las sirenas, de las pérdidas de brújula escolástica y los dogmas retenidos, comenzó a luchar contra imaginarios seres que la transformaban en un ente bélico. 

Sus objetivos por un momento pareciese que seríamos nosotros cuando ella decidió no continuar la travesía y abandonar la experiencia que habíamos emprendido en un inicio. La vimos desdibujarse en el bosque rumbo al norte, no sabíamos si llegaría al lago interno de la “La Passe” o iría directo a los escombros de los bosques nevados. Sin embargo se escuchaba en la dirección en la que se desdibujó un cántico en latín Si vis pacem, para bellum” una frase en latin que ubicabamos y que nos estremecía al escuchar su pulular a lo lejos mientras se perdía su silueta y su cántico. “Si quieres paz, prepárate para la guerra” se podría traducir al castellano, y nosotros nos encontrábamos en la Isla de “La Passe”.

Después de dicho suceso decidimos continuar hacia el bosque de Femdescal pero comenzó a azotar la zona una tormenta con gran cantidad de actividad eléctrica, así fue que decidimos desviarnos y entrar en una cueva dónde en ese momento se encontraba refugiado un singular y excéntrico personaje.

Estación #5: el pase sirve como contribución al psicoanálisis.

Esta última estación se propone a partir de una charla con Absladon, un peculiar personaje que entre enigmáticos acertijos nos reveló la caída de dogmas y de insulsas profecías. Absladon nos proponía pensar el pase con dos características, que proponga un modo de hacer avanzar al discurso analítico, o a su teorización (sin dejar de lado su praxis) y que a su vez que el pase pueda ser un dispositivo que no necesariamente requiere de una escuela sino de una comunidad de pares que den escucha a lo que ese tiene que decir después de haber terminado un análisis. Absladon hacía hincapié en que el pase no tendría porqué rendir cuenta específica de un final de análisis ya que el final ya habría sucedido y eso se resuelve en el análisis mismo y nos confió que dentro de todo lo que dijo en su pase, él proponía una forma de desmantelar y trabajar sin diagnósticos ni estructuras el psicoanálisis. 

De esta forma, esta última estación nos habla de un paso natural después de un análisis, que es una suerte de necesidad de dar testimonio a otros sobre lo acontecido, pero al mismo tiempo pone en juego el hacer avanzar al discurso analítico, lo que al mismo tiempo pone en tensión la cuestión, ya que no habría forma de hacer avanzar al discurso analítico por fuera de la comunidad analitica o escuela, ¿o sí?

 

Estación final: La passe… con o sin guerra.

Después de esta crónica de estaciones por la paz/la passe podríamos comenzar a repensar que si en estos momentos un pequeño territorio del psicoanálisis se encuentra atravesado por los feminismos descoloniales, la teoria decolonial y las teorías críticas, es decir sin olvidar su dimensión política pero asumiendo que nuestro territorio es el psicoanálisis. Es este pequeño territorio al que suscribo de más de una forma. Aún queda volando la cuestión de la formación de los analistas, aún más en tanto que si desechamos la noción de escuela, por ser epígono del eurocentrismo que dicta una historia que proviene siempre de Grecia como cuna de la civilización. La noción de comunidad no es menos compleja ya que aún quedaría repensar el lazo, en tanto construcción, es decir no replicando el tipo de lazo existente sino en miras de la construcción de uno sui generis y apropiado al tipo de comunidad en cuestión. 

¿Qué sucede si al hacer pasar al pase por la teoría crítica, los feminismos y la decolonialidad éste no se sostiene? ¿nos habremos de inventar uno? ¿o varios? 

Un dato interesante que nos comentaba Guy Le Gaufey en las conversaciones que teníamos con él era que “ese asunto del pase les interesa a los jóvenes, no a los viejos.” ¿por qué sería que a los jóvenes es a quienes nos podría interesar el dispositivo mediante el cual alguien puede dar testimonio del pasaje de psicoanalizante a psicoanalista? 

De esta forma les propongo cruzar por el Bosque de Femdescal, es decir pasar por los  feminismos, feminismo descolonial, teoría crítica, queer y estudios gay y lesbianos.

Crucemos por el bosque de Femdescal para pensar el pase, hagamos pasar al psicoanálisis por ese bosque, veamos qué sucede al hacerlo pasar. Al final, en su mapa, notarán que hay un pequeño muelle justo al salir. Un muelle con una balsa siempre dispuesta. Nos hemos encargado de que al salir de Femdescal siempre haya una balsa dispuesta para todos aquellos viajeros que quieran dejar por la paz a la passe, ya que para dar un paso al costado, pasar a otra cosa, habría que dejar esa isla y el archipiélago de translacania y construir, habiendo pasado por ahí, una comunidad, buscar nuestro territorio y trabajarlo, que la comunidad sea una construcción en acto que posibilite incluso otro pase, sin la passe. Al menos así podríamos pensar un psicoanálisis situado, que no sea sucursal. 

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