Confesiones de transferencia: reflexionar el dispositivo

Participación en el coloquio “Lo que el confinamiento nos dio: reflexiones desde el psicoanálisis” el 6 de junio del 2020.

 

¿Quién lo iba a decir?, hace 3 años exactamente me encontraba fumando un cigarrillo y lo único que podía divisar era un colibrí gigante dibujado en la pared, el cielo nocturno se estaba dejando llorar. Las ventanillas de mi auto se encontraban a medio abrir, lo suficiente para poder sacar mi mano en un gesto rápido y poder tirar las cenizas del cigarro que se consumía rápidamente. Me baje y el gigante colibrí se hizo presente, me acerque a Rubén el portero que me había visto llegar desde hacía siete años 3 veces por semana a ese domicilio. Su gesto siempre alegre a pesar de la tormenta, alegraba los días y las noches en las que me dirigía a aquella dirección. Torres Huitzilin, torre mar #206.

 

Rubén me preguntó, con paragua en mano, que si quería me podía acompañar hasta la puerta del ascensor, a lo cual me negué y salí de la caseta de entrada para dirigirme en pasos cortos hacía el recibidor de la torre mar. Mi cigarro, que recién había encendido amenazaba con apagarse y logro pasar entre las gotas de lluvia, indemne. Al llegar al edificio terminé de fumarlo y subí al ascensor, era peculiar, con una pared de espejo en el que todos nos vimos más de una vez al subir, y seguramente no queríamos ni mirar al bajar. Desde luego procuraba bajar por las escaleras para sentir el aire fresco, una mezcla entre briza del mar y la laguna al mismo tiempo.

 

Toqué y abrió en bata, se encontraba profundamente demacrada, siempre hacía una seña con su índice para marcar la ruta al consultorio, pero no la dio, me dijo: pasa a la sala, ¿traes encendedor?

 

Me dirigí hacía la sala con sus efectos de colores que quienes vivimos la experiencia sabíamos que esa sala tenía un color de noche y otro muy diferente de día. Me senté y me acerco el cenicero más cercano. Conteste prendiendo un cigarrillo, mientras ella sacaba uno también y lo encendía. Me voy Carlos, el consultorio está todo en cajas, me voy, pero tú te quedas, y necesitas supervisar, se refería a un caso particular que me costaba trabajo, ¡claro! porqué otra razón uno supervisaría algo, sino es porque lo toca a uno en cierta medida. Carlos esto mata,- me dijo haciendo una seña con el cigarrillo que tenía entre los dedos, – sé que hace 7 años yo dije que la vida mata, pero esto, esto también mata.

 

Esa noche fue la última vez que la vi, yo no sabía que era la última vez desde luego. Salía por última vez del recinto del colibrí, la última vez de haberme visto en ese espejo del ascensor y haber sentido la briza en mi rostro al bajar las escaleras. Fue la última vez que vi a Rubén. Nadie habló nunca de como uno percibe la posibilidad de la última vez, cómo son las cosas ¿no?, puesto que uno cae en cuenta siempre a posteriori.

 

Me llamó unas semanas después desde la camilla de un hospital, con la preocupación sobre mis angustias, sobre mis analizantes, y sobre su analizante. Yo necesitaba supervisar y supervisé por celular en una llamada que tampoco sabía que era la última. Terminó por dar pinceladas a esa supervisión con un par de mensajes de whatsapp, algo que habría olvidad o que no sabía cuándo me podría volver a decir.

 

Después de eso paso un breve lapso de tiempo, en el que no supe nada, y de pronto me marcaron de Ciudad de México para decirme que había fallecido y debía informar a los demás en la ciudad.

Disculpen el nivel de descripción, quienes conocen la historia completa sabrán de igual forma porque está redactada de esta forma.

Para hablar de psicoanálisis, para saber que estamos hablando de psicoanálisis me remito a una puntuación de Manuel Hernández que dio en Zacatecas en el 2018. Para saber que hablamos de psicoanálisis debemos tener 4 coordenadas. El inconsciente, el analista, la transferencia y la asociación libre.[1]

Si hablamos de dispositivo analítico es justamente porque NO manejamos una lógica de encuadre, como los postfreudianos, he hablado de ello en el podcast y sabemos de antemano que no lleva a nada honroso.

Es así como el dispositivo analítico arranca con la regla fundamental, la asociación libre, diga cualquier cosa que se le ocurra. Sin la regla fundamental, solo nos queda la degradación patética a lo que llamamos psicoterapia.

En los momentos en los que nos encontramos de terrible incertidumbre, pandemia, los problemas de lolita express, George Floyd, Anonymus, los conflictos internacionales de siempre, Giovanni, etc.

Salir de casa se vuelve insostenible salvo para abastecerse de lo más esencial como lo es la alimentación, a pesar de que muchas personas no hayan cumplido o podido cumplir con las medidas de seguridad, sabemos que el espacio público se limitó y sigue limitado, y por ende las actividades laborales no esenciales tuvieron que volcarse a los medios digitales.

El dispositivo analítico “virtual” o a distancia, no quiere decir que a penas recién se haya comenzado a usar o que recién comience, nada parecido. El dispositivo analítico de esta modalidad existía desde que las videollamadas son posibles, incluso desde que las llamadas son posibles, me podría atrever a decir, que la correspondencia entre Freud y Fliess pudo tener efectos

 ¿pero el encontrarse con nuestro analista de elección en un dialogo nos permite asegurar que estamos en el dispositivo analítico?, esta pregunta vale hasta en lo que al consultorio concierne.

No vengo hoy a declarar que si lo que se hace es psicoanálisis o no, que si el psicoanálisis se hace en línea o no. Nada más vulgar seria eso de correr tras una ristra de salchichas como los perros que se desvían del trayecto en la carrera.

Hoy vengo a regalarles dudas, mis dudas, no las dudas teóricas eruditas y académicas, de gente que hace tesis en las facultades sobre no sé qué pulsión de muerte y cualquier tema literario del momento que se les antoje. Mucho menos planteamientos academizados que han patetizado al psicoanálisis con los discursos de posgrado que pululan con la ley de la oferta y la demanda, separándose justamente de lo esencial.

El psicoanálisis evidentemente se ha llevado a cabo así, en línea… pero una cosa es la decisión voluntaria de acceder por parte del analista y el analizante al formato, con sus debidas y pertinentes clausulas y otra muy diferente verse en la situación de una pandemia que nos confina a una sola posibilidad, O LA BOLSA O LA VIDA, sabemos que sucede, y entre “cyber”análisis (como escuche decir a alguien hace poco) o nada, sabemos qué hemos escogido muchos.

Resolver la situación acerca de la posibilidad de un dispositivo de esta naturaleza o peor aún junto al purismo de algunas escuelas, no es algo que deba resolverse ahora. Mas bien, los que estamos haciéndolo, es decir  que practicamos el análisis en esta modalidad, ¿qué hacemos para que el dispositivo se pueda sostener bajo las condiciones impuestas por esta película distópica postapocalíptica que nos ha tocado y que le llamamos vida?

Lo que narré al principio es el final de la vida de un analista, mi trajinar me llevó a viajar a Querétaro en busca de alguien en quien mi primer analista confiaba de manera notoria y que yo tenía en alta estima desde que lo conocí. Fueron casi 4 meses después de los eventos, que yo viaje a Querétaro a encontrarme con aquel analista que primero que nada me acompañaría en un duelo profundo de la muerte del primer analista.

El problema central radicaba en que Querétaro y Cancún tiene una lejanía terrestre y aérea, pero pronto comenzó a volverse esa distancia más corta debido al corazón. Debido a la transferencia.

Como algunos de ustedes saben, el psicoanálisis lacaniano se introdujo en nuestra ciudad por una persona que ya no camina entre nosotros.

Entonces vale preguntarnos, a los que quedamos, nosotros todos los que estamos implicados por el dispositivo analítico.

  • ¿Qué lo hace un dispositivo?
  • ¿Qué pertenece al psicoanálisis y qué es psicoterapia?

No nos apresuremos en contestar… no caigamos en dicha trampa síganme en esta sucesión de ideas. Es así que entonces yo retomé mi análisis con la huella de una pérdida, la muerte del analista. No fue tarea fácil, como dije antes, lo mejor era no precipitarse, me tomé el tiempo de llorarlo lo suficiente.

 Pero ¿qué se hace sin el espacio analítico?, ¿Qué se hace con el alma desgarrada? si cuando se la tenía así, uno acudía justo a ese, a ese que en ese momento ya estaba muerto…

Pero recordemos que el analista es una función no una persona, ¡Claro! eso no le quitaba nada de peso a la situación y así fue que, como mencioné, me embarqué en un análisis ante la pérdida de no solo el analista sino de una queridísima maestra que me acompañó en muchos sentidos durante muchos años de mi vida.

 ¿¡A quién se podía acudir!?

Cancún comenzaba a penas a dar muestras de que el psicoanálisis tenía cabida en la ciudad. Aún más y en particular el análisis lacaniano. En calidad de primeros era difícil acudir a otro analista puesto que los que quedaban eran compañeros de estudio, amigos todos. La cosa se tuvo que tejer en otro lugar y recordé el encuentro con alguien en Coyoacán años atrás que había sido de lo más grato. Todo por culpa de un antojo terrible de unos chiles en nogada. Por eso decidí ir a Querétaro después, justo a encontrarme con ese con quien seguiría el análisis. Aquí me detengo un poco, ¿la pandemia te da la posibilidad de elegir?, seguro si, pero con las opciones limitadas …aún más ¿la pandemia ha dado la posibilidad de que alguien acepte el reto de un análisis a distancia?, no lo sé, me parece que el confinamiento en el que hemos estado nos arroja a tomar una decisión en la que voluntariamente hubiésemos elegido ir mejor al consultorio de un analista.

 Tenía la posibilidad de ir a Querétaro cada determinado tiempo y ver a mi analista varias veces al día durante una semana y regresar. Y así estar yendo y viniendo. Pero decidí no tomar esa vía que sabía que existía y que se había planteado. Tome el análisis en línea con visitas ocasionales a Querétaro por el mismo hecho de que en mi situación no había tiempo que perder. Pero insisto, yo tuve la posibilidad de elegir.

Al llegar el COVID a México no vi ninguna modificación en mi análisis, pero comencé a ejercer el dispositivo en línea, y ahí, queridos compañeros que están el día de hoy en esta transmisión, ahí fue cuando las cosas comenzaron a tornarse muy enigmáticas, de por si el análisis como dispositivo con todos sus vericuetos, es complejo, ahora, el incursionar con el análisis en línea de lleno, lo fue aún más.

Los analizantes que ya estaban en análisis conmigo antes del COVID se ajustaron a lo que había, entendiendo de alguna forma que es lo que hay por el momento. De alguna forma ya habían estado en la experiencia del consultorio diván tocar la puerta, las cortes y demás. Pero justo al comenzar la pandemia aparecieron nuevas interrogantes.

Gente que necesitaba un espacio, uno muy particular que ninguna psicoterapia puede otorgar, ese que se crea a partir del dispositivo analítico, es decir, la asociación libre y la escucha tan particular que solo un analista puede otorgar, esa escucha que a veces se olvida de que se trata. Y comencé a recibir gente nueva, que justo en la situación que nos ha afectado a todos estaba movilizada por diferentes situaciones que salían a flote.

Hubo un tiempo hace muchos años, donde tuve la experiencia de trabajar con gente en situaciones críticas en las que estaban a punto de quitarse la vida. Eso está muy lejos del psicoanálisis sin embargo ya tenía una idea de intervenir telefónicamente. Pero hay diferencias no solo en los modos de intervención. Hay diferencias abismales entre saber que en un determinado momento podía subirme a una patrulla de policía y que me llevaran al lugar, mientras seguía en línea con la persona, y otra muy distinta el estar en una llamada de crisis de alguien que no puede salir y que su analista tampoco.

El confinamiento nos ha dejado de alguna forma con las manos atadas, pero, nuestra función no convive con el ejercicio del poder. El análisis lo prefiero sin el “psico”, por razones políticas incluso. La función PSI ha hecho daños irreparables.

Volviendo al dispositivo analítico, si es que existe, es a partir de la regla fundamental, a saber la asociación libre,¿qué o quién podría detener dicha regla sino el mismo analista?

Si lo concerniente al analizante es la asociación libre, lo concerniente al analista es la escucha, la atención flotante. Aquí me gustaría detenerme un poco en varios puntos. Por un lado, dispositivo no tendría nada que ver con aquello que algunos han llamado encuadre o setting. En el que la asociación libre parece relegada. Si tenemos una mirada desde el encuadre seguramente el análisis en línea puede ser inadmisible. Sobre todo, al salir conceptos mercantiles como contrato terapéutico y cosas de ese estilo. Lo delimito así para lograr centrarme en lo que quiero abordar

Por otro lado, la escucha analítica, a saber, la atención flotante siguiendo a Freud, escuchar sin prestar atención a nada, no quiere decir ignorar, quiere decir no hacer un trabajo de focalización, es decir no darle mayor o menor importancia al relato, no jerarquizar lo dicho por el analizante en prioridades. Esto que a veces se olvida tanto y nos puede hacer trastabillar y caer en la psicoterapia, es justo algo que se plantea ante el término crisis.

Tomando en cuenta la pandemia, a veces parece que ante la falta de un soporte en imagen como lo sería asistir al consultorio de alguien, uno podría caer en la trampa de mostrarse a partir de las suficiencias, a partir de un trabajo de experto, al mero estilo de “usted tranquilo déjeselo a los expertos”. Presentándose así, como alguien que escucha el relato priorizando los problemas de aquel que consulta y demostrando sus capacidades, como si todo el brillo, todo ese “glance” del consultorio tuviese que colocarse en otro lugar.

El problema que encuentro en esto, es que hacer esto nos puede llevar directo a la psicoterapia. Por ende, nos saca del lugar del analista, interrumpe nuestra escucha y nos coloca en el lugar del experto y ahí me temo que ya no hay analista.

Si, nuestro oficio no es sencillo, pero lo hacemos menos sencillo en la medida en la que interviene un furor curandi. Y algo de eso se ha dejado asomar en la pandemia. Estar advertidos de esto que se dice fácil, pero en realidad se nos escapa de las manos, es importante porque al estar advertidos, podemos retomar las riendas en la conducción de un análisis.

El analista está ahí para velar por el dispositivo, mientras lo haya, mientras el dispositivo esté, habrá analista, no seamos nosotros mismos los que desarticulemos nuestra propia práctica. Y entonces, ¿se puede poner en marcha el dispositivo psicoanalítico a distancia? ¿Online?, ¿Llamada?, ¿Videollamada?, ¿Zoom?, ¿Skype?, ¿Etc.?

No nos polaricemos tan rápido diciendo si o no. Yo comenté mi experiencia porque en lo que concierne a mi experiencia ha habido posibilidad, pero recordemos que no es la misma situación en todos, nunca perdamos de vista la singularidad. ¿Es un rotundo no?, quien sabe, ¿es un rotundo sí?, quien sabe.

Evitémonos las generalizaciones

Pero todos los días existen analizantes y analistas creando dichas condiciones de posibilidad que no sabemos en qué resultarán, pero quienes se aventuren a averiguarlo podremos poco a poco ir rindiendo cuenta de dicha experiencia, una experiencia en curso , porque estar roto te hace avanzar , mientras exista un analizante y un analista en condiciones de seguir el dispositivo a pesar de la situación , las barreras se desdibujarán , ya se verá en cada caso, eso se podrá saber a posteriori , sólo de esa forma, como se dice, podremos decir si ahí hubo análisis.

Gracias

[1] Hernández, M. (16 de marzo 2018). ¿Qué podemos entender por una escuela de psicoanálisis?. Analítica Ojocaliente, Universidad Autónoma de Zacatecas. Seminario llevado a cabo en Zacatecas, México.

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